Manuel Sandoval Vallarta nació el 11 de febrero de 1899 en el seno de una de las familias más pudientes del México de principios del siglo XX. Su abuelo, Ignacio L. Vallarta, había tenido una participación destacada en el partido liberal que finalmente se había consolidado en el poder. Gracias a esta situación económica solvente y a los vínculos sociales y políticos que su familia tenía, Sandoval Vallarta pudo recibir una educación esmerada.
El interés de su familia por las artes y la ciencia venía de tiempo atrás. Por tanto, podemos afirmar que su entorno familiar así como la educación formal que recibió, llevó a Sandoval Vallarta a interesarse por el conocimiento científico de alto nivel.
El sistema educativo mexicano, a principios del siglo XX no podía satisfacer los intereses de un joven que deseaba dedicarse al estudio de la ciencia pura, pues todavía no se creaban los centros de investigación de las ciencias básicas, como tampoco podía estudiarse ni a nivel licenciatura ramas del conocimiento que no tuvieran una obvia aplicación práctica. De manera que quienes se interesaban por las matemáticas o la física, por mencionar algunas disciplinas, con el interés de desarrollar investigación básica, tenían que conformarse con estudiar Ingeniería. Por tanto, estuvo claro que Sandoval Vallarta tendría que educarse en el extranjero, una práctica muy común entre los integrantes de su familia, que nos demuestra que se trataba de una familia de la elite económica e intelectual del país.
En 1930, el físico Manuel Sandoval Vallarta hizo una gran contribución a la física teórica cuando explicó por primera vez el origen de los rayos cósmicos. “Los rayos cósmicos son partículas que llegan desde el espacio y bombardean constantemente a la Tierra desde todas las direcciones. La mayoría de estas partículas son núcleos de átomos o electrones. Algunas de ellas son más energéticas que cualquier otra partícula observada en la naturaleza. Los rayos cósmicos ultra-energéticos viajan a una velocidad cercana a la de la luz y tienen cientos de millones de veces más energía que las partículas producidas por cualquier acelerador en el mundo”, de acuerdo con el Observatorio Pierre Auger.